lunes, 4 de octubre de 2010

GRACIAS PARA SIEMPRE

Casi un año… y ni siquiera por todo ese tiempo supimos comunicarnos y tenernos confianza. Qué lástima que pidieras una oportunidad y después de eso te portaras indiferente. Pero… ¿sabes? No sólo me duele que te hayas ido… me duele también que me hicieras sentir irrelevante en tu vida, que ni siquiera intentaras estar bien en la relación y que me negaras un último abrazo.

En fin… esto de cerrar ciclos siempre es difícil, pero quiero decirte que me gustó mucho conocerte y ser tu novia durante todo este tiempo. Gracias por todos los momentos compartidos. Contigo aprendí a amar, y me hiciste recuperar la sensación de mariposas revoloteando en mi estómago con el simple hecho de verte.

¡Gracias!

miércoles, 1 de septiembre de 2010

FUE TAN REAL, QUE FUE SÓLO UN SUEÑO

Era tu aniversario luctuoso. Llegué a la iglesia y tu mamá estaba en la primera fila. A su lado estaba una chica, quien volteó y me dijo:

- Hola

Te vi y fue como si mi corazón se detuviera. Fue el mayor impacto de mi vida, no supe si me puse feliz o enojada, sólo sentí emociones encontradas. Mi sueño se había hecho realidad: no habías muerto, era una broma y ahora tú estabas ahí, viva, idéntica, tal como te recuerdo.

No recuerdo en qué momento nos acercamos, pero de pronto estábamos charlando frente a frente.

- Pero, ¿cómo? Es decir, yo te vi ahí… ¡en la caja! Es que… ¡no lo puedo creer!- dije con el corazón acelerado y a la vez detenido, no podía creer lo que ocurría, verte ahí frente a mí nuevamente.

- Uhm… tuvimos problemas familiares y tuvimos que fingir que eso había pasado.

- No entiendo… es que en verdad estoy confundida… ¡no entiendo! Todo fue tan… real… ¡yo te vi en la caja! – decía yo mientras recordaba imágenes de tu funeral, me recordaba a mí llorando como nunca, a tu mamá, los montones de flores…

- Sí, es obvio, todo estuvo muy bien planeado. Oye, ¿nos vamos? Vamos a mi casa.

- A tu casa… - me quedé pensando unos segundos- sí, vamos.

Fue como una obra de teatro, en donde el cambio de acto se hizo presente. De repente estábamos en tu casa, pero no era la misma que yo recordaba, a donde había ido cuando era feliz contigo.

Todo se hizo turbio. No recuerdo qué pasó, sólo sé que charlamos (no sé de qué), y después buscamos nuestros celulares. Estaban en una fuente afuera de tu casa… destruidos… ¿destruidos? No logro dar una interpretación a eso.

Yo ya no tenía ropa en la siguiente escena. No tenía nada que ver con sexo ni mucho menos. Tú estabas vestida.

- Vamos a meternos.

- Sí – respondí.

Di un paso hacia adentro, pero retrocedí. Recordé que yo estaba desnuda y escuché la voz de tu mamá dentro de la casa.

- No puedo pasar, no tengo ropa, qué va a pensar tu mamá.

- Espera, ahorita te doy algo para que te cubras.

Me diste una sábana, en la que envolví mi cuerpo. Entré a tu casa y había gente: tu mamá charlando con algunas señoras. Supongo que eran tus tías o familiares tuyas. Pasé frente a ellas y fue como si no hubiesen notado mi presencia.

Después entré a un cuarto de baño muy grande. Había tres mujeres en la ducha… conmigo fueron cuatro.

Otra vez no recuerdo qué pasó después. Creo que ya era otro día. Me dijiste que ya no estarías más aquí; te irías a otro país en poco tiempo.

Yo estaba muy feliz de poder tenerte de nuevo conmigo, no dejaba de abrazarte ni de contemplarte. Recuerdo que hubo un momento en que yo te miré fijamente a los ojos y después de darme razones de por qué te irías, yo deslicé mi dedo índice por tu nariz y dije:

- Tú bien sabes que siempre estaré contigo. Nunca te voy a dejar sola. Durante todo este tiempo que pensé que habías muerto, nunca dejé de pensar en ti y no he dejado de quererte.

Tú sonreíste y te abracé muy fuerte. No quería que te fueras.

Yo quería saber si en algún momento estaríamos juntas de nuevo, pero no lo pregunté. Temía algo y no sabía qué era. De pronto, sin que yo mencionara algo respecto al tema, tú me dijiste con palabras que tampoco recuerdo, que tú ya no serías mi novia porque yo no estaba tu nivel.

Dije que no importaba, como si en realidad no pasara nada, pero yo aún tenía la esperanza de volver a ser tu pareja. En realidad yo nunca había dejado de sentir emociones muy fuertes hacia tu persona.

Me fui, mi novia me esperaba en otra parte.

Llegué desconcertada a donde ella me esperaba. Mi rostro denotaba preocupación, impacto, ilusión, incertidumbre… simplemente estaba atónita y anonadada.

- ¿Qué pasa?- preguntó ella- Te noto rara.

Volteé a verla fijamente a los ojos. Tragué saliva. Bajé la mirada y volví a verla a los ojos.

- Es que… Sara está viva.

- ¿Qué?- respondió mi novia asombrada.

- ¡Está viva!

- Ah… entonces creo que ya sabes qué quieres hacer- dijo ella con voz apagada.

Bajé la mirada y respondí:

- Sí… perdón, es que… tú sabes lo importante que es ella en mi vida.

- Ok. Vamos a tomar algo y platicamos, ¿te parece?

- Sí. Dime en dónde y ahí te alcanzo – dije.

- Te veo en el Barón Rojo.

- Oye Sar… a – le grité mientras ella avanzaba. Le llamé por un nombre que no era el suyo y me di cuenta que, como coloquialmente dicen, “había metido la pata”.

Me quedé parada y en un abrir y cerrar de ojos, mi vida pasó frente a mí. Me sentí sola en el vacío de la inmensidad.

Saqué del bolsillo de mis jeans un celular rosa. Yo estaba tan sorprendida que necesitaba contarle a alguien que Sara estaba viva. No era cualquier cosa… ¡Sara estaba viva! ¡Era lo que desde hace más de dos años había estado deseando!

Empecé a escribir el mensaje de texto…

De pronto abrí los ojos. Volteé hacia mi lado izquierdo y vi el celular rosa sobre la almohada. Presioné un botón y vi que faltaba un cuarto de hora para las ocho de la mañana. Me volví a echar la cobija encima y me quedé dormitando…

Ahora heme aquí relatando este sueño que no pasa de ser eso: sólo un sueño.

domingo, 18 de julio de 2010

¡Me a-t-u-r-d-e!

Esto de estar confundida, con sentimientos encontrados ¡me aturde!

Qué complicado, pero en fin...

Oye, te extraño... sí, aún te extraño y te recuerdo perfecto

domingo, 11 de julio de 2010

A dos años de la tregua

03/07/2010


A veces quiero gritar que estoy harta de todo y de todos. Otras veces irradio felicidad. Hoy no fue un día fácil, sino todo lo contrario. Otra vez fue necesario mostrar una sonrisa mientras el mundo se derrumbaba aquí dentro.

Estos altibajos me están matando, y, sinceramente, es lo que quiero. A pesar de tener todo para ser feliz, me faltas tú, no me importa si ha pasado uno, dos o mil años desde tu muerte, el hecho es que sigues aquí, conmigo. Tal vez no es lo correcto, y posiblemente tampoco sea incorrecto, pero honestamente, ya no me importa lo que sea, sólo quiero seguir teniéndote aquí.

Hoy es 3 de julio de 2010. Dos años desde que caíste en el sueño eterno. Después de un ritual a tu nombre y en honor a ti al que evidentemente yo no faltaría, vuelvo a sentir esa sensación de vacío. En verdad me haces falta, te llevaste mis sonrisas más sinceras, pero sobre todo te llevaste lo mejor de mí, el corazón.

Tengo sentimientos encontrados. Estoy enojada, estoy triste, desesperada, harta, confundida… qué más puedo decir.

Hace algún tiempo tenía ganas de leer algún libro escrito por Mario Benedetti, entonces una persona especial me prestó “La Tregua”. Muchos meses después por fin pude leerlo (aprovechando las vacaciones).

Para ser sincera, me estaba aburriendo el texto, hasta que llegué la última parte del libro. La joven con la que sale el señor Santomé, muere. Eso fue como una puñalada directa a mi corazón.
Fue inevitable recordar cierta etapa de mi vida, a la que en este espacio he hecho alusión la mayor parte del tiempo… aún me duele… y mucho.

Últimamente he pensado mucho en ti...

Aquí unas palabras de Martín Santomé a la muerte de su novia:

[…] moví los labios para decir "Murió", porque murió es la palabra, murió es el derrumbe de la vida, murió viene de adentro, trae la verdadera respiración del dolor, murió es la desesperación, la nada frígida y total, el abismo sencillo, el abismo. Entonces, cuando moví los labios para decir:"Murió", entonces vi mi inmunda soledad, eso que había quedado de mí, que era bien poco […] por eso cuando movía los labios y decía: "Murió", me sentía atravesado, despojado, vacío, sin mérito.

No es raro que me identifique con él.

Te amo. No sé cómo, dónde, ni cuándo, sólo te amo.