miércoles, 1 de septiembre de 2010

FUE TAN REAL, QUE FUE SÓLO UN SUEÑO

Era tu aniversario luctuoso. Llegué a la iglesia y tu mamá estaba en la primera fila. A su lado estaba una chica, quien volteó y me dijo:

- Hola

Te vi y fue como si mi corazón se detuviera. Fue el mayor impacto de mi vida, no supe si me puse feliz o enojada, sólo sentí emociones encontradas. Mi sueño se había hecho realidad: no habías muerto, era una broma y ahora tú estabas ahí, viva, idéntica, tal como te recuerdo.

No recuerdo en qué momento nos acercamos, pero de pronto estábamos charlando frente a frente.

- Pero, ¿cómo? Es decir, yo te vi ahí… ¡en la caja! Es que… ¡no lo puedo creer!- dije con el corazón acelerado y a la vez detenido, no podía creer lo que ocurría, verte ahí frente a mí nuevamente.

- Uhm… tuvimos problemas familiares y tuvimos que fingir que eso había pasado.

- No entiendo… es que en verdad estoy confundida… ¡no entiendo! Todo fue tan… real… ¡yo te vi en la caja! – decía yo mientras recordaba imágenes de tu funeral, me recordaba a mí llorando como nunca, a tu mamá, los montones de flores…

- Sí, es obvio, todo estuvo muy bien planeado. Oye, ¿nos vamos? Vamos a mi casa.

- A tu casa… - me quedé pensando unos segundos- sí, vamos.

Fue como una obra de teatro, en donde el cambio de acto se hizo presente. De repente estábamos en tu casa, pero no era la misma que yo recordaba, a donde había ido cuando era feliz contigo.

Todo se hizo turbio. No recuerdo qué pasó, sólo sé que charlamos (no sé de qué), y después buscamos nuestros celulares. Estaban en una fuente afuera de tu casa… destruidos… ¿destruidos? No logro dar una interpretación a eso.

Yo ya no tenía ropa en la siguiente escena. No tenía nada que ver con sexo ni mucho menos. Tú estabas vestida.

- Vamos a meternos.

- Sí – respondí.

Di un paso hacia adentro, pero retrocedí. Recordé que yo estaba desnuda y escuché la voz de tu mamá dentro de la casa.

- No puedo pasar, no tengo ropa, qué va a pensar tu mamá.

- Espera, ahorita te doy algo para que te cubras.

Me diste una sábana, en la que envolví mi cuerpo. Entré a tu casa y había gente: tu mamá charlando con algunas señoras. Supongo que eran tus tías o familiares tuyas. Pasé frente a ellas y fue como si no hubiesen notado mi presencia.

Después entré a un cuarto de baño muy grande. Había tres mujeres en la ducha… conmigo fueron cuatro.

Otra vez no recuerdo qué pasó después. Creo que ya era otro día. Me dijiste que ya no estarías más aquí; te irías a otro país en poco tiempo.

Yo estaba muy feliz de poder tenerte de nuevo conmigo, no dejaba de abrazarte ni de contemplarte. Recuerdo que hubo un momento en que yo te miré fijamente a los ojos y después de darme razones de por qué te irías, yo deslicé mi dedo índice por tu nariz y dije:

- Tú bien sabes que siempre estaré contigo. Nunca te voy a dejar sola. Durante todo este tiempo que pensé que habías muerto, nunca dejé de pensar en ti y no he dejado de quererte.

Tú sonreíste y te abracé muy fuerte. No quería que te fueras.

Yo quería saber si en algún momento estaríamos juntas de nuevo, pero no lo pregunté. Temía algo y no sabía qué era. De pronto, sin que yo mencionara algo respecto al tema, tú me dijiste con palabras que tampoco recuerdo, que tú ya no serías mi novia porque yo no estaba tu nivel.

Dije que no importaba, como si en realidad no pasara nada, pero yo aún tenía la esperanza de volver a ser tu pareja. En realidad yo nunca había dejado de sentir emociones muy fuertes hacia tu persona.

Me fui, mi novia me esperaba en otra parte.

Llegué desconcertada a donde ella me esperaba. Mi rostro denotaba preocupación, impacto, ilusión, incertidumbre… simplemente estaba atónita y anonadada.

- ¿Qué pasa?- preguntó ella- Te noto rara.

Volteé a verla fijamente a los ojos. Tragué saliva. Bajé la mirada y volví a verla a los ojos.

- Es que… Sara está viva.

- ¿Qué?- respondió mi novia asombrada.

- ¡Está viva!

- Ah… entonces creo que ya sabes qué quieres hacer- dijo ella con voz apagada.

Bajé la mirada y respondí:

- Sí… perdón, es que… tú sabes lo importante que es ella en mi vida.

- Ok. Vamos a tomar algo y platicamos, ¿te parece?

- Sí. Dime en dónde y ahí te alcanzo – dije.

- Te veo en el Barón Rojo.

- Oye Sar… a – le grité mientras ella avanzaba. Le llamé por un nombre que no era el suyo y me di cuenta que, como coloquialmente dicen, “había metido la pata”.

Me quedé parada y en un abrir y cerrar de ojos, mi vida pasó frente a mí. Me sentí sola en el vacío de la inmensidad.

Saqué del bolsillo de mis jeans un celular rosa. Yo estaba tan sorprendida que necesitaba contarle a alguien que Sara estaba viva. No era cualquier cosa… ¡Sara estaba viva! ¡Era lo que desde hace más de dos años había estado deseando!

Empecé a escribir el mensaje de texto…

De pronto abrí los ojos. Volteé hacia mi lado izquierdo y vi el celular rosa sobre la almohada. Presioné un botón y vi que faltaba un cuarto de hora para las ocho de la mañana. Me volví a echar la cobija encima y me quedé dormitando…

Ahora heme aquí relatando este sueño que no pasa de ser eso: sólo un sueño.